Comenzamos nuestro viaje hacia Francia. 700Km nos separan de nuestro primer destino, Tours, aunque tenemos previsto parar en La Rochelle para comer y echarnos una “siestecita” antes de proseguir el viaje. Estamos nerviosos ya que es la primera vez que vamos a tener que entendernos en otro idioma y sobre todo conducir en un país diferente al nuestro (aunque al poco tiempo de cruzar la frontera vemos que las normas de tráfico son muy parecidas a las nuestras). Tras recorrer 500km llegamos a La Rochelle, una ciudad preciosa en la que también podemos ver que la baña el mar.
Tras terminar nuestra visita turística y hacer unas cuantas fotos nos retiramos a un parquecito y disfrutamos de nuestra comida compuesta básicamente de embutido. Con la tripa llena, llega la hora de tomarnos un descanso y echar una cabezada al calor que se concentra dentro de nuestra furgo.
Sobre las 17.30h retomamos nuestra ruta. Por fin llegamos a Tours y comienza nuestra búsqueda de un lugar para dormir. En el GPS llevamos marcado un punto con un camping para pasar la noche, pero tras andar y rebuscar, no lo encontramos. Miramos un plano de Tours y no encontramos el camping, por lo que un poco agobiado decidimos proseguir la marcha y acercarnos a Loches. Al llegar comprobamos que no ha sido todo un acierto cambiar los planes y tras “instalarnos” en el camping municipal damos un paseo-nocturno por el pueblo. Un precioso casco antiguo medieval nos esperaba a la luz de la luna. Ha sido un largo día lleno de kilómetros y con una ligera cena nos vamos a la furgo para poder descansar.
Con la luz del día visitamos otra vez Loches y con el pan bajo el brazo nos vamos camino del Castillo de Villandry. Sus grandes y cuidados jardines nos dejaron con un muy buen sabor de boca, es como si nos hubiésemos remontado a otra época. Tenemos que resaltar que son los mejores jardines que hemos podido ver en todo el “valle” (el castillo también merece un aplauso).
Tras varias horas de visita, arrancamos a nuestro próximo destino: el Castillo de Azay-le-Rideau. De camino al castillo pasamos por Chinon y sacamos una foto panorámica del castillo que se ve a lo alto. Este castillo no merecía mucho la pena verlo por dentro así que nos evitamos ese gasto de tiempo y dinero.
Ya en Azay-le-Rideau teníamos dos tipos de entradas, visitar solamente el lago con la fantástica vista del castillo reflejada en él, o visitar también el castillo por dentro. Elegimos la segunda opción ya que pensamos que este castillo, aunque sea pequeñito comparado con Villandry, merecería la pena verlo. Y tampoco nos defraudó. Al salir del castillo dimos una vuelta al pantano pudiendo admirar las vistas y buscando mil y un encuadres diferentes.
Con el cuerpo un poco agotado decidimos acercarnos al siguiente destino para ya plantar la furgo y pasar la noche. Esto es una forma de levantarte pronto y estar ya en el lugar a visitar. Fue todo un acierto elegir Amboise para pasar la noche. Metimos la furgo en un camping-car de pago que hay a las afueras del pueblo y antes de cenar nos armamos de valor y ataviados con los trípodes y las cámaras nos fuimos a inmortalizar la “hora azul” desde unas vistas que teníamos bien cerquita de nuestra cama.
Bien descansados, por la mañana, visitamos el castillo de Amboise y sus alrededores. Un castillo (……).
En el mismo pueblo teníamos la Mansión Clos Lucé (la mansión de Leonardo da Vinci). Yo estaba algo recio por visitarla, pero debido a las insistencias de Ania (la cual tenía muchas ganas de visitarla debido a un juego de ordenador) cedí y pudimos visitar la mansión con un montón de inventos de Leonardo y su inmenso jardín con más inventos los cuales tenías que hacer cola para poder probarlos. Desde mi humilde opinión, y sin que me oiga Ania, jejejejejeje, por mí hubiese evitado esta visita.
De nuevo en la carreta era el momento de visitar el famoso Castillo de Chenonceau. Y que os puedo contar yo que no sepáis ya… Es una visita totalmente recomendable. Un castillo de película, con el río Cher que lo atraviesa, sus habitaciones, sus jardines, incluso un laberinto realizado con setos. Nos encantó y pasamos unas cuantas horas en él. Pudimos comer unos bocadillos perdidos en un bosquecito que hay en su interior. Como ya he dicho y repito, un castillo espectacular por el entorno en el que está enclavado.
Por la mañana nos esperaba otra ruta de castillos. En esta ocasión fuimos al Castillo de Chaumont-sur-Loire. A la llegada a la entrada pudimos que también había dos tipos de tickets: jardín o jardín + castillo. Estábamos seguros de que el castillo no lo queríamos ver, solamente por fuera así que decidimos visitarlo solo por fuera. Íbamos a pagar el ticket de jardines, pero una pareja que salía en esos momentos no dijo que no hacía falta pagarlo ya que la visita del castillo por fuera era gratuita. Así que subimos sin mirar a la cara a las taquilleras, aunque estaban distraídas… Todavía nos preguntamos si de verdad habría que haber pagado… Nos dimos un paseo por los alrededores del castillo y pronto no fuimos hacia nuestro siguiente destino.
Blois nos esperaba. Cuando llegamos pudimos ver un mercado de comida tradicional. Tras dar un paseo por la ciudad y subir unas cuantas y agotadoras escaleras, pudimos llegar hasta el castillo. La idea era verlo por fuera y así lo hicimos. Pudimos ver que salía un grupo de jubiladas y les preguntamos a ver si merecía la pena el pagar por verlo por dentro. La contestación no nos sorprendió mucho: Es bonito pero no tiene gran cosa. Así que como todavía nos quedaban unos cuantos castillos por ver, volvimos sobre nuestros pasos hasta la furgo.
Por fin llegaba la hora de visitar este famoso castillo debido a los cómics de Tintín, el Castillo de Cheverny. Como todos los castillos que llevábamos viendo, no se quedaba atrás en cuanto a sus jardines, con unas 100 hectáreas. Como novedad, alberga en su interior una jauría de unos 90 perros de caza destinados a la montería. Era todo un espectáculo ver como les daban de comer y limpiaban sus “necesidades”, aunque al cabo de un rato, también daba algo de pena verlos a todos ahí tumbados y apretujados. Tras comer a la sobra de unos árboles y visitar el castillo, partimos a nuestro último destino del día.
Y para terminar bien el día dejamos de postre el Castillo de Chambord, el castillo entre los castillos. A 10Km de castillo pasamos un muro el cual te pedía reducir la velocidad a 30km/h, en el momento nos pareció extraño pero al llegar al castillo comprendimos que significaba. El castillo está rodeado de 53 kilómetros cuadrados de árboles, los cuales servían para la caza de fin de semana de su dueño. En varias de sus habitaciones se pueden ver más de 200 cuernos colgados en las paredes como símbolo de trofeo. La inmensidad del castillo soporta 8 torres, 440 habitaciones, 365 chimeneas y 84 escaleras entre las cuales está la famosa escalera de doble hélice. El castillo también tiene una capilla la cual nos recuerda a una iglesia por sus dimensiones. En conclusión, un castillo digno de ver en el cual perderéis varias horas en visitar cada rincón.
El nuevo día amanece y hoy nos espera un largo viaje. Nos disponemos a visitar Orleans para ver su catedral y después recorrer 400km dejando atrás el Valle de Loira y adentrándonos en tierras celtas. Tras 5 días por por el Valle del Loira es la hora de dar paso a Bretaña, pero eso es historia de otro capítulo, jejejejeje.
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